La noche del 3 de junio de 2010 empezó como una noche de entresemana normal. Nosotros cuatro que somos de Canadá y estamos trabajando en CYPE Ingenieros en Alicante, llegamos a nuestro piso. Pero, distinto a noches normales, aquella noche, nuestros compañeros de piso alemanes estaban cocinando una cena típica de Alemania para todos los del piso. La comida olía bastante bien, y todos teníamos muchas ganas de comer… Bueno, todos excepto un hombre. Ese hombre era un nuevo compañero de piso, nos había dicho que era un periodista importante de Argelia y que trabajaba haciendo documentales sobre naturaleza. Era mayor, tendrían unos cincuenta años, con el pelo oscuro y encrespado. Llevaban gafas que ampliaba el tamaño de sus ojos. Además, solo hablaba francés, y aunque nos dijo que el español era una lengua muy fácil de aprender, no hablaba ni una palabra de español.
Como el internet del piso no funcionaba, llamé a la puerta del argelino porque el router estaba en su habitación. El argelino me invitó a entrar y encontramos el router desconectado del enchufe. Después de “arreglarlo”, el argelino se disculpó y me preguntó si podía usar mi portátil para entrar en su correo electrónico. Se lo permití y también le ofrecí ayuda. En cuanto volvió él argelino a su habitación, empezó una de las situaciones más difíciles durante nuestra estancia en Alicante, porque cuando volvió, encontró la puerta de su habitación abierta (él se la había dejado así, pero no lo recordaba) y se puso muy nervioso. Al no encontrar su pasaporte a primera vista, se enfadó y salió de su habitación gritando en francés que uno del piso le había robado su pasaporte y unos cientos de euros. Ninguno del piso sabía nada de lo que estaba acusando, y por eso, se puso más y más nervioso hasta que, en un momento, cogió dos cuchillos grandes de la cocina y empezó a amanecernos. En cuanto vi que había riesgo de que fuera a causarnos daño, y que se había vuelto loco, llamé inmediatamente al 112 y al dueño. Mientras la ayuda estaba en camino, el argelino encontró todas sus cosas en su habitación donde las había dejado antes.
Minutos después, dos equipos de la guardia civil llegaron a nuestro piso acompañados del dueño. Después de explicarle todo de que había pasado en los minutes anteriores, los policías detuvieron al argelino y le llevaron a la comisaría donde pasó la noche (y la siguiente).
Finalmente, a nuestro piso volvió la tranquilidad, y cenamos como reyes shnitzel, patatas, y verduras.
A la mañana siguiente nos llamó un policía de la comisaría para que fuéramos para hacer una declaración de todo que había pasado la noche anterior. El policía que nos estaba atendiendo nos dijo que teníamos que ir al juzgado a la mañana siguiente. Por desgracia, teníamos planes de pasar el fin de semana en Granada y tuvimos que acortarlos a causa de ese rollo. En el juzgado, estuvimos 2 horas esperando solamente para verificar que la declaración era correcta. Nos dieron una cita para testificar contra el argelino el lunes siguiente.
Cuando entramos en el juzgado, yo tenía que responder a preguntas de ambos abogados para aclarar algunas dudas que tenían sobre mi declaración. El juez me tomó juramento y me avisó que yo podía recibir una sentencia de 3 años de cárcel por perjurio. Respondí a las preguntas claramente, directamente, y sinceramente. Al contrario, ¡el argelino mintió sobre todo! Él dijo que nunca había cogido los cuchillos y además mantuvo que uno de nosotros le había robado. A pesar de grandes contradicciones entre los testimonios, el juez no permitió más preguntas para descubrir la verdad. ¿Y qué de los 3 años de cárcel? Yo, la víctima, podía ir a cárcel por 3 años por mentir, ¿y el acusado podía mentir sobre todo y no pasaba nada? Dado que no había pruebas suficientes (aunque la policía había cogido nuestros cuchillos la noche del incidente, cubiertos con las huellas dactilares del argelino), desestimaron nuestro caso, y dejaron al argelino andar libremente por las calles de Alicante. Lo bueno es que (aún) no nos hemos encontrado al argelino después del proceso. Sin embargo, tampoco hemos encontrado nuestros cuchillos que ahora estarán en la cocina de la comisaria.